La UCC es una herramienta ontológica que nos permite un acercamiento a los comestibles más allá de su capacidad de ser ingeridos. Cada entrada en el archivo de UCCs representa un compendio lingüístico, biológico, gastronómico, artístico y comercial del objeto de estudio.
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EL ORIGEN DE LAS UCCs
En Sexto, proyecto que dio origen a Coyota, nos vimos en la necesidad de encontrar una nueva manera de hablar sobre la fauna, flora y funga con la que hemos estado cocinando.

Palabras como ingrediente, insumo o materia prima se quedaban cortas ante las complejas historias que veíamos intrínsecamente afiliadas a lo que cocinamos. Es por esto que hemos comenzado a pensar en estos objetos como Unidades Culturales Comestibles, UCCs.

Esta manera de documentación afirma que cada uno de estos objetos es primeramente una unidad, es única y por ende posee cualidades que la distinguen del resto de los objetos. Después es cultural, es decir está ligada de manera directa al conjunto de modos de vida, costumbres e historias de un conjunto de seres vivos interrelacionados por el medio en el que habitan. Por último es comestible. Los humanos podemos consumirla sin que esto implique repercusiones en la salud.

Pensar de esta manera implica considerar los comestibles como algo más complejo que aportadores de sabores o nutrientes. Trascendiendo el concepto de ‘ingrediente’ apuntamos a entender al objeto desde una visión pluridisciplinaria. Esto nos lleva a emplear herramientas prestadas de las ciencias (lingüistica, biología, antropología, arqueología) y del arte (artesanía, diseño, fotografía) para ampliar nuestro entendimiento de ellos. De esta manera nos acercamos a la comida como un ser que merece ser escuchado, mirado, entrevistado.
El resultado es un mapeo alternativo del territorio, en el que se dibujan redes y relaciones que más allá de comparar maneras de comer o cocinar entienden un micelio cultural: un aparato de comunicaciones invisibles a la vista conformado por intrincadas relaciones comunicativas. Así, la UCC afirma la capacidad comunicativa innata en los alimentos y permite imaginar ‘relaciones otras’ entre las personas y lo que consumimos.

Si bien nos encontramos en un constante proceso de comprensión y afinación de esta herramienta, ya ha tenido un impacto en nuestro trabajo y nos ha hecho cambiar la manera en que cocinamos pero también en que comprendemos nuestro rol como cocinerxs y comunicadorxs. Al utilizar esta forma de pensamiento la comida se libera de una estética y de los límites de una tendencia para situarse más bien en un continuo de historias y saberes que abren posibilidades infinitas en las que una UCC puede ser cocinada y servida.
Ésta plataforma es un archivo vivo que se encuentra constantemente en evolución.
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